El calendario y el reloj se han actualizado. Ya tenemos otro año más, y no es un secreto
para nadie que estará lleno de todo: de luces y sombras, alegrías y tristezas, gozos y dolor.
A lo mejor encontremos cosas nuevas, tendremos que adaptarnos a realidades encontradas,
circunstancias desconocidas que serán asumidas. También veremos muchas cosas que se
repetirán al igual que en años anteriores. Pero lo importante es saber de qué manera lo
vamos a vivir y qué cosas tenemos que cambiar para que nuestra existencia sea diferente.
La primera tentación cuando llega un nuevo año es hacer muchos planes, dentro de ellos
están buscar libros de autoayuda, recomendaciones en las redes sociales, en el internet, etc.
Es como si al comenzar un nuevo tiempo nos recordáramos que podemos hacer algo para
no seguir repitiendo los mismos errores. Por eso el afán por cambiar hábitos, hacer dietas
para adelgazar, dedicar tiempo para asistir al gimnasio, ahorrar dinero para comprar cosas.
En fin, las emociones y los sentimientos se apoderan de las personas cuando recordamos
que contamos con 12 meses, 54 semanas y 365 días a nuestra disposición.
Quizás otras personas, simplemente seguirán el ritmo acostumbrado. No harán ningún
cambio en su cotidianidad, dejarán que el viento sea quien guíe hacia donde debe ir el
barco. No se afanarán por corregir la conducta, por sacar tiempo de su tiempo para hacer
un breve inventario y para dirigir su ser hacia un nuevo horizonte. No, nada de eso.
Seguirán viviendo en automático, viendo los días pasar y las hojas caer, como si todo
estuviera perdido y no existiera otra cosa que hacer qué mirar y dejar que transcurra lo de
siempre, sin hacer el mínimo esfuerzo de hacer algo distinto.
Dios nos regala el tiempo, donde cada uno lo utiliza a su modo. Quien vea la vida con
esperanza, lo usará a su favor. Buscará la manera de sacarle provecho a cada segundo que
tenga. Diferente a los pesimistas y a los de mentalidad derrotista, que estarán en el mundo
vagando sin saber qué quieren, para dónde van y qué hacen aquí. Cada uno asume una u
otra actitud para cruzar este año. Sin embargo, lo que jamás se nos puede olvidar es que sin
importar qué decisión hayamos tomado, al final de la jornada nosotros somos los
responsables de la construcción de lo que queremos.
En definitiva, el tiempo no espera por nosotros. Al contrario, somos nosotros que debemos
salir en su búsqueda, aprovecharlo y vivirlo con su sentido pleno y real. Pues, si nos
quedamos solamente mirando el cielo, “matando el tiempo”, como suelen decir las
personas, veremos que será el tiempo que nos matará a nosotros, porque al permanecer
estáticos, añorando el pasado, iremos muriendo lentamente. Entonces, veremos nuestros
sueños, metas y aspiraciones humanas esfumarse en un abrir y cerrar de ojos, sin lograr
nada de lo que en cierta vez ocasión aspiramos obtener y todo por culpa de creer que ya no había nada que hacer. Pero, siempre queda un poco de tiempo, ¿Qué harás con él?
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