En la actualidad, la juventud enfrenta muchos retos porque en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, todo se mide en datos estadísticos. De aquí que no es de extrañar que constantemente se ofrezcan informaciones, en la que se destacan: la cantidad de adolescentes embarazadas, el alto nivel de jóvenes que mueren en “intercambio de disparos” con la policía, el índice elevado que existe de los famosos Ninis, es decir, aquellos jóvenes que ni trabajan ni estudian. En fin, nos encontramos en la época del morbo, en el tiempo de las redes, no humanas, sino sociales, y en el contexto histórico donde el dinero se impone por encima de la justicia y de la razón. 

Sin embargo, detrás de estos hechos y situaciones sociales hay una historia, existe una familia, un corazón roto, una crisis no superada, un vacío existencial que busca llenarse con cosas materiales y con placeres momentáneos. En otras palabras, estos números sobre la realidad de la juventud en este tiempo, está entrelazada con el propio interior de la persona. Está en envuelta entre actitudes y acciones que se mueven por costumbres y por viciosos humanos, que no le permiten a la juventud salir del laberinto en el que encuentran metidos. 

Por eso, muchos jóvenes, los fines de semana buscan refugiarse en algunas actividades libertinas. Optan por vivir sin dirección, permitiendo que sus cuerpos decidan por ellos. Jóvenes que aun sabiendo el daño que se provocan a sí mismos, continúan actuando como si nada hubiera ocurrido en sus vidas, volviendo constantemente a cometer los mismos errores, a caer en las mismas tristezas, a frecuentar las mismas soledades, aunque en lo más profundo de sus corazones, solo vayan detrás de la felicidad. 

Todavía hoy se continúa hablando de una juventud sin compromiso personal ni social. Se sigue con el mismo cliché de afirmar y divulgar que los jóvenes de esta generación solo piensan en sexo, reggaetón, cine, comida, cama, chat, resorts en  de disfrutar la vida, como si el mundo se fuera a destruirse mañana, permitiendo con estos hechos que la imagen de aquellos que estudian, que se levantan temprano para cumplir con sus obligaciones, esos que respetan las decisiones de sus padres y tratan siempre de actuar con derecho y con justicia, en cada acto de su vida, solo aparecen en las noticias cuando un delincuente le quita la vida.

A pesar de todo lo dicho, debemos recordar siempre que la esperanza está en los jóvenes. Que un mundo diferente es posible, cuando una generación lo cuestiona todo con el fin de ofrecer propuestas humanas y espirituales a cualquier estructura por más compleja y difícil que parezca.  Los jóvenes deben cambiar la página al panorama social en el vivimos. Tienen que ser capaces de sacrificar un poco su comodidad individual para ofrecerla a los demás, y de seguro veremos como las teorías se vuelven más que palabras.  

Categorías: Opinión

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